La búsqueda constante de la grandeza y la extraordinariedad parece ser el mantra de nuestra sociedad moderna. Nos bombardean con mensajes que nos instan a ser los mejores, a destacar por encima de todos los demás, a ser la revelación del año. Sin embargo, ¿qué pasa si te digo que toda esta farsa de que “cada persona puede ser extraordinaria y conseguir la grandeza” básicamente chaquetea tu ego?
Es un mensaje que suena bien conforme lo masticas, pero en realidad no es más que calorías vacías que te engordan e hinchan emocionalmente. Es como una Big Mac para tu corazón y tu cerebro: apetitoso en el momento, pero perjudicial a largo plazo.
El boleto hacia la salud emocional —y también hacia la salud física— se consigue al consumir tus vegetales. En otras palabras, se trata de aceptar las aburridas y mundanas verdades de la vida; verdades como “Tus acciones en realidad no importan tanto en el gran esquema de las cosas” y “Gran parte de tu vida será aburrida y no notable, y está bien”.
Este platillo vegetariano de aceptación de la realidad te sabrá mal al principio. Muy mal. Puedes intentar evitarlo, aferrándote a la idea de que debes ser excepcional en todo momento. Pero una vez que lo ingieres, algo mágico sucede. Tu cuerpo y tu mente se vuelven más potentes y más llenos de vida. La presión constante de ser algo fantástico, de ser la revelación del año, se te quitará de la espalda. El estrés y la ansiedad de siempre sentirte inadecuado y de necesitar probarte a ti mismo de manera constante, se disiparán. El conocimiento y la aceptación de tu propia existencia mundana, de hecho, te liberarán.
Y cuando te liberas de la pesada carga de la grandeza constante, comienzas a ver la belleza en las cosas simples de la vida. Desarrollas una apreciación por las experiencias básicas: los placeres de una amistad sencilla, de crear algo con tus propias manos, de ayudar a alguien que lo necesita, de perderse en un buen libro, de reírte con alguien que te importa.
Suena aburrido, ¿verdad? Es porque estas cosas son ordinarias. Pero quizá son ordinarias por una razón: porque son lo que verdaderamente importa. En nuestra búsqueda de grandeza, a menudo pasamos por alto lo que está justo frente a nosotros. Así que, abraza la simplicidad, disfruta de lo ordinario y descubre la grandeza que se esconde en las pequeñas cosas de la vida.