¿Sabías que un impresionante cincuenta por ciento de los empleados en los Estados Unidos se siente completamente descomprometido con sus trabajos? Simplemente van a través de las rutinas, fichando entrada y salida, pero la llama de la pasión está ausente por completo. ¿Por qué sucede eso? Bueno, es porque muchas personas no están realmente involucradas en lo que hacen y carecen de oportunidades de crecimiento personal. Es como si su búsqueda de la perfección estuviera enterrada bajo una montaña de monotonía.
Ahora, cambiemos de tema y hablemos de artistas, especialmente de pintores. Estas personas son de una categoría diferente. Se sumergen felizmente en sus lienzos, vertiendo su creatividad y corazón en cada pincelada. Almas creativas como ellos a menudo se encuentran en una zona mágica llamada “estado de flujo”. Es un lugar donde te sumerges tanto en tu trabajo que el mundo que te rodea desaparece. Te conviertes en uno con tu arte.
Pero aquí está el truco: este estado de flujo no es exclusivo de los artistas. No, puedes encontrarlo en diversas profesiones. Piensa en los jugadores de baloncesto que viven para el juego, o en los científicos de la computación que se sumergen profundamente en el código, o en los fotógrafos que luchan por esa toma perfecta con cada clic.
Lo que los une a todos es algo que Pink llama “Motivación 3.0”. Es ese ardiente deseo de perfección, una necesidad interna de sobresalir. Es lo que los impulsa a seguir mejorando y aporta pasión y compromiso a su trabajo. Cuando están en el estado de flujo, están abordando tareas que son el equilibrio justo entre el desafío y la habilidad.
Por supuesto, no puedes permanecer en el estado de flujo para siempre, pero aparece de vez en cuando. Y cuando lo hace, alimenta ese impulso por la perfección, impulsándolos a nuevas alturas. Incluso pequeñas victorias en el camino y la creencia en el crecimiento constante los mantienen motivados.
Ahora, algunas personas creen que tus habilidades están predestinadas desde el nacimiento. Piensan que no importa cuánto esfuerzo pongas, nunca serás un mejor corredor o artista. Estos son los duros de roer en lo que respecta a la motivación. Pero aquellos que creen en su capacidad para crecer y desarrollarse no se detendrán ante nada para ser más rápidos o crear su próxima obra maestra.
Y aquí es donde se pone interesante para las empresas. Si un gerente asigna tareas a sus empleados que los desafían y fomentan la mejora, ¿adivina qué sucede? Puede desencadenar esa mágica experiencia de flujo y, de repente, esos empleados se presentan al trabajo con una dedicación y pasión renovadas.
Así que ahí lo tienes, Motivación 3.0 y el esquivo estado de flujo. No es solo para artistas; es una receta para el éxito y la satisfacción en cualquier campo. Si podemos aprovechar esa motivación interna por la perfección y ofrecer oportunidades de crecimiento, podemos encender la pasión y el compromiso, transformando la forma en que trabajamos y vivimos.