Todos podemos apreciar que el coeficiente emocional es diferente del coeficiente intelectual, pero no podemos darnos cuenta de que difieren de más de una manera. Por ejemplo, a diferencia del EQ, el coeficiente intelectual es una medida relativamente fija.
Otro error común es que hay una conexión entre los dos. Los que tienen un alto coeficiente intelectual no siempre tienen un alto igualador, no siempre estarán completamente desprovistos de la inteligencia de la gente.
Nuestro coeficiente intelectual y nuestro ecualizador son simplemente dos piezas del rompecabezas que nos componen. La tercera y última pieza es nuestra personalidad. Al igual que el coeficiente intelectual, el grupo de rasgos que informan a nuestra personalidad toma forma en la infancia y se mantiene relativamente estable a lo largo de la edad adulta.
Muchas personas emocionalmente inteligentes viven según la antigua máxima “Conteignez-vous”, así que echemos un vistazo a dos características de personalidad influyentes. Vea si puede ser detectado en ellos, y piense en cómo se podría utilizar esta claridad adicional para desbloquear más éxito en su vida familiar y profesional.
En primer lugar, el guión Tipo A/Tipo B. La escritora ganadora del Premio Nobel Edith Wharton propone una forma poética de representar a estos dos tipos: “Hay dos formas de difundir la luz: ser la vela o el espejo que la refleja”. Escribe cómo son las velas y trabaja con tanta intensidad que se quemará en ambos extremos. Los espejos de tipo B son, y aunque pueden difundir la misma cantidad de luz, no están definidos únicamente por esta métrica.
Una dicotomía similar se ve en el rasgo extrovertido/introvertido. Aunque los estudios de la escuela Wharton han demostrado que dos tercios de nosotros nos describimos a nosotros mismos como “ambiversos”, personas que muestran tanto introversión como extroversión, todavía nos inclinamos ligeramente hacia un extremo u otro. Si a menudo se siente aburrido, es probable que lleve la extroversión y se beneficie de estímulos externos para aumentar su energía. Si, por el contrario, a menudo se siente abrumado, probablemente resida más cerca de la introversión y esto funcionará mejor cuando se minimiten los estímulos externos.
En última instancia, todos los aspectos de la personalidad existen en un continuo, y todos somos capaces de alinearnos con uno u otro extremo de vez en cuando. De hecho, la capacidad de adaptarse al contexto y al entorno es un fuerte indicador de la inteligencia emocional.
Sin embargo, cada uno de nosotros tiene valores por defecto. Ser consciente de dónde está el tuyo, y ser capaz de poner la hipótesis de dónde están los que te rodean, se convierte en una especie de superpoder, dándote una visión muy matizada.