¿Alguna vez te has preguntado por qué, de repente, te sientes mal o ansioso sin razón aparente?

Vamos a hablar de un tema super interesante y algo complicado, pero tratemos de hacerlo de la forma más sencilla posible. ¿Alguna vez te has preguntado por qué, de repente, te sientes mal o ansioso sin razón aparente? Bueno, resulta que nuestro cerebro es como un disco duro que guarda todos los recuerdos, incluso los de cuando éramos unos chiquillos. Y aquí viene lo curioso: nuestro cerebro hace conexiones entre esos recuerdos, muchas veces sin que nos demos cuenta.

Imagina que tu cerebro es una red de caminos donde los recuerdos son casas. Algunas de estas casas tienen fiestas con emociones buenas, pero otras tienen dramas y situaciones tensas. A veces, sin querer, pasamos por una casa con malos recuerdos, y eso nos afecta en el presente. Por ejemplo, si de niño te perdiste en un supermercado, ahora de adulto podrías sentirte ansioso en lugares con mucha gente.

Pero, ¿qué pasa cuando estas conexiones nos llevan a lugares no tan buenos? A veces, vivimos experiencias fuertes que nuestro cerebro no puede procesar en el momento, como un accidente o algo que nos asustó mucho. Estos recuerdos se guardan con todas las emociones y sensaciones físicas del momento. Luego, algo en el presente, como un sonido, un olor o una situación, puede hacer que nuestro cerebro visite esos recuerdos sin procesar, y ¡pum!, nos sentimos mal o reaccionamos de formas que no tienen mucho sentido.

Por ejemplo, si eres un veterano que estuvo en la guerra, el simple hecho de escuchar un avión puede hacer que tu cuerpo reaccione como si todavía estuvieras en el campo de batalla. O si te molestaban en la escuela, una crítica en el trabajo podría hacerte sentir igual de mal que cuando eras niño.

Entonces, ¿qué podemos hacer con todo esto? Lo importante es saber que muchas de nuestras reacciones y emociones tienen raíces en el pasado. Entenderlo nos puede ayudar a trabajar en esos recuerdos y a entender mejor por qué nos sentimos como nos sentimos. Es como hacerle mantenimiento a las casas de nuestros recuerdos, para asegurarnos de que las visitas a ellas no nos afecten tanto en nuestro día a día.