¿De dónde surgen las emociones?
El diseño biológico del cerebro ha estado funcionando de esta manera durante cincuenta mil generaciones a través del uso de los sentimientos, lo cual ha permitido la supervivencia humana. Por lo tanto, no es sorprendente que en situaciones complejas respondamos de manera instintiva o incluso agresiva.
Es importante tener en cuenta que las emociones son un impulso que nos incita a actuar. Gracias a los sentimientos, hemos logrado sobrevivir a los animales del bosque y escapar de los leones de la selva. Ante el menor ruido, nos poníamos en alerta y empezábamos a correr.
Es suficiente con observar a los niños pequeños o incluso a los animales para comprender cómo las emociones nos impulsan a hacer algo: huir, gritar, esconderse, etc. Todos nacemos con un conjunto de respuestas emocionales automáticas.
El estado emocional de una persona puede cambiar constantemente debido a diversos aspectos que a menudo no están bajo nuestro control. Sin embargo, cuando somos niños, nuestro entorno nos moldea para aprender a utilizar las emociones adecuadamente.
O no.
La estabilidad emocional de cualquier adulto depende en cierta medida de haber aprendido a controlarlas cuando éramos más pequeños.
¿De dónde surgen las emociones?
Ahora se sabe que todas las emociones humanas se originan en el tronco encefálico, la región más primitiva del cerebro que controla, por ejemplo, la respiración, y a medida que se fue desarrollando, se formó el sistema límbico.
El sistema límbico controla las respuestas emocionales. Conocer estos aspectos nos ayudará a comprender y desarrollar la inteligencia emocional de cada uno de nosotros. Gracias al sistema límbico, nuestros antepasados pudieron adaptarse a las circunstancias y detectar amenazas, peligros, temerlos y, por supuesto, evitarlos.
Evidentemente, su desarrollo fue paralelo al de la memoria y la capacidad de aprendizaje. Otra parte importante del cerebro a tener en cuenta es la amígdala cerebral o núcleo amigdalino. En ella se almacenan todas las emociones.
Recuerda que nuestros recuerdos son emocionales, y si recordamos algo, es probable que haya una emoción asociada a esa idea. Así que se puede afirmar que la amígdala y las emociones están estrechamente relacionadas. Podemos darle valor a las cosas gracias a esta parte del cerebro.
Y, sobre todo lo anterior, se desarrolló el neocórtex: la región cerebral en la que se basa todo lo típicamente humano.
El pensamiento, la reflexión sobre las emociones, el arte, la civilización, etc. El neocórtex nos ayuda a pensar a largo plazo y a desarrollar estrategias complejas.
En resumen, nuestra capacidad de pensar se desarrolló sobre una región más bien emocional que sigue presente, estrechamente relacionada con el resto del cerebro. En este sentido, nos proporciona una gran cantidad de información que debemos aprender a utilizar. Al mismo tiempo que tenemos que evitar que sirva como un medio de controlarnos a nosotros mismos a base de impulsos que fácilmente pueden provocar otras personas para manipularnos.
Las emociones universales son comunes a todos los seres humanos y en este sentido, si conoces las que puedas tener tú mismo, tendrás gran paso recorrido para poder desarrollar tu propia inteligencia emocional en la relación con los demás como por ejemplo potenciando la empatía.
La pnl nos explica que las emociones surgen de lo que podamos ir pensando en un momento dado a lo largo del día, con lo que conocer algunas estrategias de pnl que nos ayuden a gestionar mejor nuestros pensamientos y a su vez nuestras emociones siempre sería recomendable.
En realizar un curso de pnl siembre puede ser muy interesante de cara poder conocerte mejor y al mismo tiempo para desarrollar una mente analítica que te ayude a desarrollar tu inteligencia emocional.
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El diseño biológico del cerebro, que ha funcionado de esta manera a lo largo de innumerables generaciones, mediante el uso de los sentimientos, ha posibilitado la supervivencia de la humanidad. No es de sorprendernos que en situaciones complicadas respondamos de manera innata o incluso agresiva. Debemos tener en cuenta que los afectos son un estímulo que nos impulsa a la conducta. Gracias a las sensaciones, hemos sobrevivido a las criaturas del bosque y nos ha permitido escapar de los felinos de la selva. Ante cualquier sonido, estábamos en alerta y nos poníamos a correr. Basta con observar a los infantes o incluso a los animales para comprender cómo los sentimientos nos empujan a actuar: escapar, gritar, ocultarnos, etc.
Todos llegamos al mundo con un conjunto de respuestas emocionales automáticas.
El estado sentimental de una persona puede cambiar constantemente basado en una multitud de aspectos que en muchas ocasiones no están bajo nuestro control. Sin embargo, nuestro entorno durante la infancia nos moldea de tal manera que aprendemos a utilizarlas adecuadamente, o no. La estabilidad afectiva de cualquier adulto depende, en cierta medida, de haber aprendido a dominarla durante la infancia. Ahora se sabe que todas las pasiones humanas tienen su origen alrededor del tronco encefálico, la región más ancestral del cerebro, donde se controla la respiración, entre otras funciones. Fue allí donde se fue configurando el sistema límbico, encargado de controlar las reacciones afectivas. Conocer estos aspectos nos ayudará a comprender y desarrollar la inteligencia cognitiva de cada uno de nosotros.
Nuestros ancestros lograron, gracias al sistema límbico, que se fue adaptando a las circunstancias, identificar amenazas, peligros y temerlos, y por supuesto, evitarlos.
Evidentemente, su desarrollo fue paralelo al de la memoria y la capacidad de aprender. Otra parte importante del cerebro a considerar es la amígdala cerebral o núcleo amigdalino, donde se almacenan todas las emociones. Ten en cuenta que nuestros recuerdos son sentimentales, y si recordamos algo, posiblemente exista una emoción relacionada con esa idea. Así, se podría afirmar que la amígdala y los afectos están estrechamente relacionados. Podemos asignar valor a las cosas gracias a esta parte del cerebro. Y, sobre todo lo anterior, se fue creando el neocórtex, la región cerebral en la que descansa todo lo típicamente humano: el pensamiento, la reflexión sobre los sentimientos, el arte, la civilización, etc. El neocórtex nos ayuda a pensar a largo plazo y a desarrollar estrategias complejas. En resumen, nuestra capacidad de pensar se desarrolló sobre una región más bien emocional y que sigue presente, estrechamente relacionada con el resto del
cerebro. En este sentido, nos proporciona una gran información que debemos aprender a utilizar. Al mismo tiempo, debemos evitar que sirva como un medio de controlarnos a nosotros mismos a través de impulsos que pueden ser fácilmente manipulados por otras personas.
Las emociones universales son comunes a todos los individuos
Las emociones universales son comunes a todos los individuos y, en este sentido, si conoces las que puedas experimentar tú mismo, darás un gran paso hacia el desarrollo de tu propia inteligencia emocional en la interacción con los demás, potenciando, por ejemplo, la empatía. La Programación Neurolingüística (PNL) nos explica que las emociones surgen de lo que pensamos en un momento dado a lo largo del día. Por lo tanto, conocer algunas estrategias de PNL que nos ayuden a gestionar mejor nuestros pensamientos y, a su vez, nuestras emociones, siempre sería recomendable. Realizar un curso de PNL puede ser muy interesante para conocerte mejor y desarrollar una mente analítica que te ayude a fortalecer tu inteligencia emocional.
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