La empatía es esa habilidad tan humana de ponernos en los zapatos del otro, de compartir sentimientos y experiencias. Parece la receta perfecta para construir puentes entre personas y mejorar nuestras conexiones. Sin embargo, a veces, esta habilidad puede meternos en problemas y hacernos creer que entendemos mejor de lo que realmente lo hacemos, una situación que se conoce como la «falacia de la empatía».
Primero, pongámonos de acuerdo en lo básico: la empatía no es una varita mágica. Si bien puede ayudarnos a comprender a otras personas, también puede llevarnos a conclusiones erróneas si no consideramos el contexto o las experiencias únicas de cada persona. La falacia de la empatía nos lleva a creer que el hecho de que compartamos experiencias similares con alguien nos da una comprensión completa de su situación.
Veamos cinco puntos clave que deberías conocer al estudiar esta trampa:
- Individualidad Inherente: Aunque dos personas hayan pasado por experiencias similares, nunca serán idénticas. Las respuestas emocionales, las percepciones y las circunstancias influyen en cómo cada individuo reacciona y siente. Pretender entender completamente lo que otra persona está pasando porque «he estado allí» es simplificar en exceso.
- La Niebla del Efecto Espejo: Al reflejar nuestros sentimientos en otros, proyectamos nuestras propias expectativas, experiencias y creencias, lo que distorsiona la verdadera comprensión. Es importante escuchar y no asumir que nuestro enfoque es universal.
- El Peligro del Paternalismo: Cuando nos convencemos de que sabemos lo que alguien necesita basándonos únicamente en nuestras experiencias, podemos caer en un tono paternalista y prescribir soluciones que no son útiles o que incluso pueden ser dañinas.
- La Ilusión de la Resolución: La empatía a menudo se centra en resolver problemas emocionales, pero algunas experiencias no tienen un «final feliz» y asumir que la comprensión implica una solución puede ser contraproducente.
- Aprender a Escuchar Activamente: Más que simplemente identificarse, debemos aprender a escuchar sin interrumpir o superponer nuestras historias, dejando que la otra persona comparta su perspectiva sin ser juzgada.
En resumen, la falacia de la empatía nos muestra que el mero acto de empatizar no nos convierte en expertos en la experiencia de otros. Se trata de estar presentes, escuchar con humildad y recordar que, aunque es fundamental conectarnos emocionalmente, es igualmente importante evitar proyectar nuestras experiencias personales.
Referencia:
Bloom, Paul. Against Empathy: The Case for Rational Compassion. Ecco Press, 2016.
Este libro es un excelente punto de partida para entender los peligros de la empatía mal dirigida y cómo podemos encontrar un equilibrio saludable entre compasión y racionalidad.