La parábola de Vaclav Havel, “El poder de los impotentes”, nos sumerge en una reflexión profunda sobre la importancia de tomar una postura pública contra el autoritarismo en todas sus formas. En un mundo donde las democracias se consideran la norma, a menudo damos por sentado nuestras libertades y derechos. Sin embargo, la historia nos recuerda que la libertad puede ser frágil y que debemos estar atentos a las señales de advertencia.
Havel nos presenta la historia de un verderio que coloca un cartel en su tienda con las palabras “¡Trabajadores del mundo, uníos!”, una cita del Manifiesto Comunista. Aunque el verderio no respalda realmente el mensaje, lo coloca en su ventana para evitar problemas con las autoridades comunistas. Este acto aparentemente insignificante desencadena una cadena de eventos en la que más personas siguen su ejemplo por miedo, y la esfera pública se llena de signos de lealtad, ahogando cualquier forma de resistencia.
La lección fundamental aquí es que las sociedades no deben autorizar la tiranía en ninguna forma. En una democracia, es fácil creer que la libertad está garantizada, pero la historia nos advierte que debemos estar alerta. Tomemos como ejemplo el caso de Alemania en 1933. Un editorial de un periódico judío argumentaba que era imposible que Adolf Hitler privara a los judíos alemanes de sus derechos. Sin embargo, sabemos que eso es exactamente lo que sucedió: los judíos fueron llevados a guetos y sometidos a un genocidio sistemático.
Este recordatorio histórico nos insta a ser vigilantes y a tomar una postura firme contra cualquier forma de autoritarismo, incluso en sociedades democráticas. No debemos dar por sentada nuestra libertad ni ignorar las señales de advertencia. La historia nos enseña que la tiranía puede surgir cuando menos lo esperamos, y solo nuestra acción y vigilancia pueden proteger nuestra libertad y democracia. Así que, recordemos siempre la lección de Havel y estemos dispuestos a luchar por nuestros derechos y valores democráticos.