¿Alguna vez te has preguntado por qué la risa es tan contagiosa? Bueno, resulta que hay toda una ciencia detrás de ese fenómeno aparentemente simple. Según Mariano Sigman en su libro “El poder de las palabras”, las expresiones faciales no solo reflejan nuestras emociones, sino que también pueden influir en cómo nos sentimos.
Imagina esto: estás en medio de una multitud, y de repente alguien comienza a reírse. Sin siquiera darte cuenta, tu cerebro registra esa risa y automáticamente te sientes inclinado a sonreír también. Esto se debe a un proceso neurobiológico llamado “neuronas espejo”, que imita las acciones y emociones de los demás.
Pero la influencia de la risa va más allá de solo hacernos sonreír. Un estudio clásico realizado por los psicólogos Fritz Strack y Sabine Stepper en 1988 demostró que incluso la forma en que sostenemos un lápiz puede afectar nuestra percepción del humor. ¿Cómo es eso posible? Resulta que cuando sostenemos un lápiz entre los dientes, simulamos una sonrisa, lo que hace que las cosas parezcan más graciosas. Es como si nuestra expresión facial influyera en cómo interpretamos el mundo que nos rodea.
Pero aquí viene lo interesante: no solo se trata de sentirnos más felices en el momento. El contagio emocional también puede tener beneficios para nuestra salud mental. Según Tara Kraft y Sarah Pressman, imitar la risa no solo nos hace sentir más felices, sino que también mejora nuestra respuesta al estrés. Es como si nuestra mente y nuestro cuerpo estuvieran conectados de una manera que aún no entendemos completamente.
Entonces, la próxima vez que te encuentres en una situación estresante o triste, ¿por qué no intentar sonreír un poco más? Podría ser justo lo que necesitas para cambiar tu perspectiva y mejorar tu bienestar general. Recuerda, la risa no solo es contagiosa, ¡también es curativa!