Los relatos económicos a menudo se basan en detalles particulares y vívidos.

No podemos evitarlo, buscamos formar historias siempre que podamos. Como escribió el filósofo Jean-Paul Sartre: “un hombre es siempre un narrador… ve todo lo que le sucede a través de ellos”. En otras palabras, nuestras mentes dan forma a todo en narración. Pero para formar relatos, tenemos que colgarlos de detalles humanos particulares.

Tomemos el ejemplo de un experimento controlado realizado en 1985 por los psicólogos cognitivos Brad E. Bell y Elizabeth F. Loftus. Los participantes asumieron el papel de miembros del jurado. El objetivo era ver si los detalles particulares y vívidos estaban relacionados con la forma en que se resolvían los casos judiciales. Por lo tanto, se presentaron casos ficticios con y sin detalles vívidos.

En uno de estos casos, se dijo que el acusado había “golpeado accidentalmente un bol de guacamole en la alfombra blanca” durante su crimen. Este detalle, aparentemente irrelevante, permitió obtener una condena del jurado experimental. Esta imagen les permitió formar una imagen concreta de toda la “historia” del crimen, que de otro modo habría sido una narración seca e incolora.

El mensaje clave aquí es el siguiente: las historias económicas a menudo dependen de detalles particulares y vívidos.

Desde el punto de vista económico, los detalles particulares pueden ayudar a construir historias que tienen efectos dramáticos. Piense en los atentados terroristas del 11 de septiembre. En ese momento, la economía estadounidense. Estados Unidos estaba en medio de una recesión. Y cuando el World Trade Center fue destruido y el Pentágono fue gravemente dañado, muchos economistas temían que esto corroyera más la confianza en la economía. Esto parecía seguro: todos los indicadores indicaban un aumento del dolor. Sin embargo, en noviembre, sorprendentemente, la recesión había terminado.

¿Qué ha pasado? Parecía que el pueblo estadounidense, después de ver el vívido espectáculo del ataque a estos edificios simbólicos, había tomado el relato aparentemente inevitable de una nueva recesión y lo había sacudido. Un acontecimiento importante fue cuando el presidente George W. Bush se dirigió a la nación. Animó a la gente a superar su miedo: «Haz tu negocio en todo el país. Vuele y disfrute de los principales destinos de Estados Unidos. Bajar a Disney World en Florida».

En lugar de aceptar la recesión continua, el pueblo estadounidense había construido su propio relato en torno a estos vívidos detalles. Las empresas estadounidenses y toda la economía respondieron en consecuencia. El dramático ataque y George W. El conmovedor discurso de Bush les había llevado a resistir la aparentemente inevitable recesión económica.