La investigación narrativa puede ayudarnos a prepararnos para futuros acontecimientos económicos.

Como hemos aprendido, las historias son importantes cuando se trata de economía. Para ayudar a predecir las crisis, los períodos de boom y las anomalías, los economistas deben tomarlos en serio. Simplemente no basta con utilizar estadísticas.

Por lo tanto, los economistas e investigadores deben utilizar las herramientas que tienen ahora para comprender mejor la historia. Podemos acceder a volúmenes de datos sin precedentes y ver lo que ocupa la mente de las personas en todo el mundo. Podemos navegar por las búsquedas en Internet, ver lo que la gente dice en las redes sociales y aprender de grupos de discusión y otros tipos de investigación de mercado. Nunca antes se había registrado tanto en el camino de la opinión, el sentimiento y la preferencia personal. La tecnología nos permite buscar palabras y frases clave en libros y periódicos con un solo clic.

Utilizando herramientas que pueden encontrar modelos en este océano de datos, los economistas deben ser capaces de identificar relatos destacados que podrían tener un efecto causal en la economía.

El mensaje clave aquí es: la investigación narrativa puede ayudarnos a prepararnos para futuros acontecimientos económicos.

Sin embargo, es importante que se aplique un rigor real cuando los relatos se utilizan para teorizar los acontecimientos económicos, al igual que los economistas más cuantitativos. De lo contrario, el proceso será una especulación perezosa y no científica. Para ello, puede aprender de otras disciplinas que estudian específicamente la narración, como las humanidades. Las historias también pueden analizarse aprendiendo de los desarrollos de la neurociencia, la psicología y la inteligencia artificial.

Entonces, ¿qué puede hacer con toda esta nueva información? Al comprender mejor las historias, los responsables políticos podrán dar forma al comportamiento de las personas en tiempos de gran estrés. El presidente Roosevelt lo entendió, incluso en la década de 1930. Durante la Gran Depresión, Roosevelt sabía que la falta de confianza colectiva era un factor importante para la economía. En respuesta, se dirigió a la nación en una serie de “gatos junto a la chimenea” en la que pidió a la gente que dejara de lado sus miedos y saliera a gastar dinero. Al hacerlo, tomó el control de la historia, y parecía funcionar: cada vez que se dirigía a la nación, los mercados se estabilizaban.

Si los responsables de la toma de decisiones son capaces de leer la constelación de historias en torno a un evento económico que se acerca o está presente, pueden obtener una gran ventaja. Y desde este punto de vista, pueden ser participantes activos en eventos en lugar de espectadores infelices.